La historia de
Loleal empezó cuando el abuelo de Manuel, Sebastián Ruiz Jurado llegó a Sevilla procedente de La Rambla (Córdoba), donde ejercía el oficio de
alfarero, a principios del siglo pasado. Se instaló en nuestra ciudad y empezó a trabajar con AntonioKiernam, pintor ceramista, quien se había hecho cargo de la empresa
Cerámica Santa Ana, que era de su tío.
Años después, tras
participar en la construcción de la Plaza de España, Sebastián emprende un
camino propio con Cerámica Santa Isabel, en la calle Antillano
Campos. Seis de sus siete hijos
trabajan con él. La excepción, curiosamente, es el padre de Manuel, que es
controlador aéreo.
Pero como reza el
dicho, “la cabra tira al monte” y no pasa mucho tiempo antes de decidir,
además, montar un negocio de venta de ceramica aprovechando la experiencia
familiar. Así nació Loleal (Dolores Leal, madre de nuestro protagonista), ya en
la calle Hernando Colón, pero en el número 23, un local de Juan Robles. El
traslado definitivo al 9 fue porque Robles quería ampliar la cocina de su
restaurante en la Expo.
Por supuesto, el
principal proveedor era Cerámica Santa Isabel.
“Fueron buenos
tiempos. Yo me dediqué a otras cosas (Manuel estudió Naútica en Cádiz y trabajó en ARance y Leroy Merlin) pero al
final acababa volviendo a la tienda. Ha sido un buen negocio y hemos vivido
bien de él. Ahora toca reinventarse”
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